EL BAUTISMO CON EL ESPÍRITU SANTO....

El bautismo del Espíritu Santo es la confirmación de Dios, en toda Su plenitud, adentro de nosotros: es la respuesta de Dios a los anhelos del hombre y de la mujer cristianos.
Debido a la labor diabólica de todas las fuerzas del infierno ejercidas sobre la humanidad (y
por lo tanto, se puede decir sin exageración que la Tierra se ha convertido en un reino de
Satanás), no hay otra alternativa al seguidor del Señor Jesús, que recibir Su Espíritu para poder guiarlo en total y completa seguridad por todos los días de su vida terrenal.
El bautismo del Espíritu Santo no puede ser considerado en términos de opción doctrinaria denominacional, pues es una necesidad imprescindible, de tal forma que sin él la posibilidad de sobrevivencia cristiana en este mundo es prácticamente imposible.

 ¿Qué significa el bautismo con el Espíritu Santo?

 Antes de hacer comentarios con respeto al bautismo con el Espíritu Santo, queremos dejar claro que el simple hecho de aceptar al Señor Jesús como único Salvador y ser bautizado en las aguas por inmersión no implica automáticamente en el bautismo con el Espíritu Santo. Hasta puede suceder, no es imposible de que en el momento de la persona estar siendo bautizada en las aguas por inmersión, ser también bautizada con el Espíritu Santo. Eso, naturalmente, depende de la fe del candidato en el Señor, pero una cosa no es implícita a la otra.

El bautismo con el Espíritu Santo significa poder, fuerza, coraje, intrepidez y audacia de vivir tal como vivió el Señor Jesús aquí en la Tierra. Es imposible ser cristiano de acuerdo con la Biblia sin haber tenido un revestimiento sobrenatural de lo Alto sobre el candidato.

Nosotros hemos visto a muchos cristianos sinceros haciendo n esfuerzo sobrenatural para mantener sus vidas adentro del modelo bíblico, pero ha sido en vano. En verdad, si con el Bautismo en el Espíritu Santo ya no es fácil vencer las tentaciones y mantenerse un testigo fiel, ¡imagínese sin el bautismo! Pues, en realidad, muchos buscan esquivarse de los problemas, de las tentaciones, no por una cuestión de obediencia a la palabra de Dios, que dice que debemos huir de lo malo, pero por miedo de tropezar y caerse. Bueno, si el miedo existe, es porque hay debilidad, y si hay debilidad, es porque existe la necesidad de un revestimiento de poder, según la promesa del propio Señor Jesús, cuando dijo:

“…pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8)

Cuando alguien es bautizado con el Espíritu Santo, recibe inmediatamente poder para servir como instrumento en las manos del Espíritu Santo; recibe poder para servir como testigo de la resurrección del Señor Jesús. No solo testigo en el sentido de hablar de aquello que está escrito en la Biblia, pero ser como el propio Señor Jesús, un testigo vivo de alguien vivo, ya que ser testigo con palabras es fácil y, para esto, no es precisamente necesario ser cristiano, basta creer y conocer la Biblia.

Fragmento del libro El Espíritu Santo del Obispo Edir Macedo.